sábado, 15 de noviembre de 2014

Algo más allá de mi límite

Llevaba tantos meses tan tranquila, con tanta paz interior, con el modo zen activado y tan feliz en mi nubecita rosa, que no hubiera podido imaginar, ni de lejos, el porrazo que me dí en la visita de La Fe.

Me tocó visita el segundo día de regla, y durante la eco ya pude imaginar lo que estaba pasando al ver la cara de las ginecólogas, la conversación que le siguió fue así:

- Ya está? 
- Sí.
- Solo 3?
- Sí, 3.
(Mientras yo iba a cambiarme sigo escuchando...)
- 3 y uno de ellos ya por delante. (Toman nota)
(Conversaciones con mi marido mientras yo me cambio y no me entero de nada)

Me mandaron pincharme una burrada de hormonas y volver al control y pedir cita para el anestesista.

Luego me contó mi marido que le dijeron que a lo mejor cancelaban pero que entonces me harían otro tratamiento. 

Pero... ¿Por qué esta vez no han funcionado los anticonceptivos? ¿Es que mi baja reserva es casi nula ya?

Lo que no entiendo yo es que con 3 me hayan hecho empezar, echar a perder la medicación, hacerme perder tiempo y hacerme sufrir, para cancelar igualmente. Que puede que crezcan más... me aferro a esa posibilidad, pero es como agarrarse a un clavo ardiendo. 

El colmo vino cuando le comenté a la enfermera que por favor me lo arreglaran como la última vez para poder compaginar con el trabajo, y nos dijo que les habían ajustado los horarios y que no podía hacer nada, que si iba más tarde no me aseguraba que pudiera entrar. Y la cita con el anestesista tampoco se ajusta a mis horarios. ¿Quién da más?

Pues que resulta que mi paz consistía en guardar en un rincón todo lo que me hacía sufrir, pero al meter tanto en tan poco sitio, explotó. 

Era tal mi estado de ánimo cuando llegué al trabajo que, al explicar lo sucedido, lo entendieron y me dieron más facilidades, lo único bueno que salió de ese desastroso día. 

Me caí y me estoy levantando, esta vez me está costando más, pero en ello estoy. Lo más sorprendente de todo esto, es que en una caída de ánimo tan bestial, se ha encendido una lucecita allá al fondo y ha aparecido la idea de no abandonar del todo cuando acabemos los tratamientos en La Fe y preguntar sobre la donación de embrión. Algo que ya habíamos tenido en cuenta antes de los tratamientos pero que dejamos de lado para intentarlo con nuestras células primero. Así que no sé si este es mi límite o hay algo más allá de mi límite.

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