viernes, 1 de diciembre de 2023

Llegó en otoño

 Porque no podía ser de otra manera, porque si hay una estación especialmente sensible para vivir lo que estamos viviendo, es otoño. 

Cuántas cosas hemos vivido en otoño y cuantas nos quedan por vivir, cuantas esperanzas pusimos, cuantos negativos, cuantas emociones, desde las más tristes a las más alegres, cuanto amor dejamos en cada intento, en cada paso, en cada caída... 

Y cuanto amor estamos dando y recibiendo, porque mi pequeño llegó a nuestras vidas este otoño, casi sin avisar, en medio de un tsunami que nos transformó la casa y el corazón, porque casi de un día para otro nos vimos comprando y recibiendo cosas que creíamos controladas. 

No recordaba que este verano escribí un post en el que contaba, entre otras cosas, que estaba comprando cositas, ha sido al entrar hoy a escribir cuando lo he leído y publicado. Pues bien, ¿aquello que compré? Cuatro tonterías que no son nada comparado con todo lo que hemos necesitado. 

Un día te llaman y desde ese momento empieza la locura: un regalo para el día que lo conocemos, instalar la silla del coche, la cuna, la trona, artículos de higiene, juguetes, muebles para su habitación, la pintura, el pintor, el suelo, sábanas y demás, vigilabebés, carro, bañera, el tornillo de la cuna que nos dejaron que ya tenía quince años y no encontrábamos en ninguna parte, etc etc etc. Pero mientras tanto, tienes una cita para que te cuenten quien es, cómo es, vas a conocerlo, recibes cuatrocientas llamadas al día y cuatromil whattsapp, te levantas a las cuatro de la mañana a montar un mueble o a comprar online cosas que necesitas porque un rato después estás en el coche camino a su casa de acogida para pasar la mañana con él, para ir a comer entre compra y compra y para dar gracias al cielo por tener una amiga cerca que vale oro con diamantes por lo menos, que te deja un ratito su casa para reponer fuerzas, porque en cuanto el peque se despierta de la siesta vas corriendo de nuevo para pasar la tarde con él y no quieres separarte cuando llega el momento pero sabes que te tienes que ir porque él tiene que dormir y tú tienes que montar algo o comprar nomásclavos o hacer su cama porque en unos días va a ir a hacer su primera siesta en casa, y cuando te das cuenta son las doce de la noche, has recibido seiscientas ochenta y seis llamadas más de las cuales no has podido responder a la mitad, y otros dos millones de whattsapp que se van a quedar sin responder porque no te da la vida, y sabes que te vas a despertar a las cuatro de la madrugada de nuevo con el síndrome del nido y que la situación va a durar unos diez días. 

Agotador, pero es tan intensa e inmensamente emocionante, que vives respirando felicidad por cada poro y todo cansancio te da exactamente igual. 

Pero por más que os cuente, jamás podré describir cómo fueron aquellos días de bendita locura. Lo que sí puedo contar es que mi peque llegó a nuestras vidas con 13 meses y que no podíamos pedir más, que hemos tenido una suerte tremenda y que es un niño feliz, un bichito que no para quieto ni para dormir, un conquistador de corazones que te gana con una sola mueca, y más bonito que el sol.

¿Y qué os puedo decir de mi corazón? Que no me cabe ya tanto amor, que lo quiero con locura y cada día más. Que es cierto que al principio tan solo éramos desconocidos creando un vínculo sagrado, pero ahora...

Ahora sí, queridos lectores, SOY MAMÁ. 

Abrir los ojos

Es curioso como el sistema de las redes sociales, con sus algoritmos y sus condiciones de uso, las cookies y demás tejemanejes que alcanzan a recopilar más información de la que realmente creemos que consentimos, consigue hacerme consciente del momento que actualmente estoy viviendo. 

Quiero compartirlo porque necesito expresar parte de lo que se siente cuando pasas de un post de red infértiles a uno de publicidad de carritos de bebé después de haber estado viendo artículos similares.

Siempre me he protegido bastante al respecto marcando lo que no me ha parecido apropiado en el momento en que no lo era, y aún así un día hablas con una amiga sobre pañales y a los cinco minutos te están bombardeando con publicidad relacionada. Lo odio, en serio, lo entiendo y soy consciente de la gran ayuda que puede resultar para las empresas, pero me hace sentir vulnerable y pueden dañar si estás pasando por un proceso de infertilidad como lo era en mi caso.

Afortunadamente, en la actualidad no estoy pasando un mal momento, todo lo contrario. No me hace daño recibir este tipo de publicidad porque estoy en ese punto de empezar a comprar algunas cosas que puedo necesitar de un día para otro. Cosas como protectores de enchufe, barreras de seguridad, protección para las ventanas, sillas de coche, accesorios de baño o paseo, bayetas muselinas, baberos... nada concreto para una edad o un sexo determinado, pero sí pequeñas cosas con las que empezar a despertar y a ser consciente que esto ya es de verdad, que puede tardar 2 meses o 2 años, pero que ya está "de camino", que un día nos llamarán para contarnos la historia de nuestro/a hijo/a y empezará esa locura de cambios a todo correr. Bendita locura.

Hablo de nuestro proceso de adopción, del cual ya podemos decir que este verano de 2023 nos han dado la idoneidad. Casi 9 años después de haber hecho la solicitud, que se dice pronto. 

No sé si publicaré esto o cuando lo haré, pero hoy necesito contar que, tras 6 años desde el fin de nuestros tratamientos, ya no duele. Creo que la clave está en aceptarlo, asumir que la vida tiene sus propios planes y que podemos tomar decisiones pero no podemos cambiar la realidad. 

Es cierto, y lo reconozco sin tapujos, que siento pena cuando pienso que no voy a estar en los primeros meses de vida de mi hijo/a, pero es una pena distinta, una especie de nostalgia por los deseos de maternidad que he tenido siempre, pero también es cierto que la alegría de saber que pronto estará con nosotros eclipsa todo lo anterior. 

Que no será fácil, lo sabemos, que tendremos otra serie de retos, también lo sabemos, que no nos vamos a subir al arco iris de la felicidad infinita, claro que lo sabemos. De nuevo, asumimos. Y sí, aunque nos resulte chocante o nos dé vértigo, estamos aprendiendo a disfrutar de este momento, de comprar con cabeza pero sin miedo, a asimilar que por fin, tras 12 años de búsqueda y 23 de relación, vamos a ser 3.

Por eso, cuando esta tarde he visto un post sobre la medicación que nos pinchamos siempre a la misma hora y consejos básicos de primero de infertil (que están genial y me parece maravilloso para los que, por desgracia, empiezan), y sentirme identificada porque fui y siempre seré infértil, deslizar la pantalla y encontrarte con publicidad de artículos de primera infancia, he sentido una serie de sentimientos que van desde la impresión de ser algo tan relacionado pero tan opuesto, pasando por el alivio porque me siento en movimiento, el interés sin presión y sin miedos, y de nuevo a la impresión porque... "yes baby, ya estás ahí!!" 

Y puede que hayan pasado cientos de años desde aquel precioso día de verano en que dejaste de usar anticonceptivos, puede que el proceso haya sido eterno pasando por cada prueba médica, cada pinchazo, cada negativo, cada positivo, cada aborto, cada mala noticia, cada decisión, pasando por un proceso de duelo tras otro, y la sanación de todo lo vivido y lo no vivido. Puede que hayan pasado siglos desde que supiste que ya estabas bien, pero en ese momento, deslizas y parece que todo pasó ayer, que no duele, que está más que superado, pero es como abrir los ojos y verte donde estás. Ya está, ya pasó. 


Entrada escrita el 14 de Agosto de 2023 y publicada sin editar el 1 de Diciembre de 2023.

domingo, 14 de noviembre de 2021

42 otoños

Si me has leído alguna vez, probablemente sabrás que me encanta el otoño, no sé bien si es por la luz, los colores, el sonido de miles de pajarillos en los árboles del pueblo, la oscuridad temprana de la tarde o las temperaturas menos extremas. Quizás sea la melancolía que desprende, o que percibo yo.

Puede que también sepas que en otoño cumplo años, lo he mencionado alguna vez. Pero este año, este otoño, cumplo 42. Una edad que poco significado puede tener para el mundo, no es un número redondo, pero que para mí sí lo tiene.

Cumplir 42 años significa que ya no cabe la posibilidad de que mi hijo/a tenga menos de un año cuando nos conozcamos. 

Lo esperaba, hace tiempo que lo acepté, pero mentiría si dijera que una parte de mi no tenía aún un cachito de esperanza. Creer que por algún milagro o algún giro del destino, antes de la fecha, mi móvil se iluminaría mostrando en la pantalla un número largo y que al descolgar me citarían para empezar todos los trámites (y que me daría tiempo). Porque, sí, tras casi 7 años de espera, seguimos en el mismo punto, sin mover ficha, esperando a que todo el mecanismo se ponga en marcha.

También temiendo todo lo que nos espera cuando nos metamos de lleno en cursos, entrevistas, visitas... y deseando que no sea tan duro como cuentan. Será porque nos hemos acostumbrado a la estabilidad y, sinceramente, da un poco de pereza y vértigo meterse de nuevo en la lucha, una diferente a la que ya conocemos y probablemente temida por eso mismo. Pero también con muchas ganas, si me permites la contradicción.

Pero no hay milagros ni maravillosos giros del destino, y me entristece pensar que no voy a ser mamá de un bebé de meses, pero quiero seguir creyendo que valdrá la pena esperar, y que mi hijo/a será el/la que tenga que ser con la edad que tenga que tener, y que a partir de ahí viviremos todo aquello a lo que estemos destinados a vivir.

42 otoños significa el fin de un rayito de esperanza, del sueño de tener un bebé. Pero también, estar aquí en este punto, define un poco más nuestro futuro, le va dando forma, si es que eso tiene algo de sentido. 

Estamos más cerca, cada día, cada otoño, de estar juntos.

 


martes, 27 de abril de 2021

Día de las madres

 Cada año, desde que soy infértil, lo paso tremendamente mal el día de la madre, así como las semanas anteriores. La publicidad por la tele, radio, redes sociales, correos electrónicos, etc, te recuerdan que, otra vez, otro año, no es tu día, no has conseguido ser madre.

No soy la única, suele ser un sentimiento muy generalizado, y sin embargo lo seguimos sufriendo año tras año.

Quizás ya te sentías madre de ese hijo/a que perdiste, quizás llevas toda la vida sientiéndote madre, quizás tienes esperanza en serlo pronto, quizás lo estás intentando con todas tus fuerzas, y durante días tienes que sufrir el calvario de recibir por todas partes recordatorios diciéndote que no, que no eres madre.

Y duele, ya lo creo que duele.

Tengo que reconocer que llevo días pensando que este año está siendo bastante light, me pregunto si se han relajado un poco o soy yo, que ya no me siento tan "atacada", que ya no le doy la misma importancia, que espero con infinita paciencia el día que llegue mi hijo/a.

Pero hoy me ha pasado algo que no puede dejar de emocionarme.

Por primera vez en mi vida, he visto un anuncio de publicidad en el que no me he sentido menospreciada por no ser madre, no me he sentido triste ni excluída. Me ha parecido tan extraordinario que he entrado en la web y les he escrito para felicitarles y darles las gracias de todo corazón.

¡Bravo por esas empresas que muestran respeto!

 

 

Siguen haciendo publicidad en un día tan marcado como este, pero lo hacen con respeto y, vamos a admitirlo, abriendo el abanico de posibilidades y atrayendo así más clientes, pero mira, a mi ya me han ganado y los tendré en cuenta si algún día lo necesito.

Os dejo enlace al spot publicitario por si os veis con ganas y fuertes: https://youtu.be/6v9aoyalxTI

Nota: No me pagan por hacerles publicidad, ni recibo nada a cambio, lo hago voluntariamente porque me parecen dignas de mencionar y un ejemplo a seguir.


jueves, 4 de junio de 2020

4 de Junio

Parece que hasta el tiempo en Valencia quiera recordarnos que hace justo 4 años estábamos comiendo en el antiguo cauce del río Túria, sentadas sobre mis manteles blancos y una tela turquesa que compré para la ocasión. Y justo debajo, unos plásticos para evitar mojarnos. Había llovido, pero nos daba igual (en realidad, no nos daba igual del todo...), pensábamos disfrutar igualmente del día y conocer a toda esa gente que se iba a unir a nosotras en un día que quisimos hacer especial.

Personalmente, conocí a gente que a día de hoy sigue formando parte de mi vida, pero especialmente conocí a algunas de las que hoy son mis mejores amigas. Bueno, técnicamente fue el día 3, pero para nosotras siempre será el día 4 de Junio, #díamundialdelainfertilidad

Y es que con el paso del tiempo quedan los buenos recuerdos, las horchatas, las risas a altas horas de la madrugada, la complicidad (esa que cuando surge te hacen hasta chiribitas los ojos y que a día de hoy se mantiene intacta), y un montón de momentos que hemos seguido viviendo. 

Intento escribir algo coherente pero se me escapan las emociones y no soy capaz de hilar bien...

No te entretengo más, solo te diré que si se puede celebrar la V Quedada Nacional de Infértiles, no te la pierdas, te puede cambiar la vida.


Enlaces de interés:





domingo, 3 de mayo de 2020

Ya pasó

Está acabando, por fin, uno de los peores días del año para las infértiles. 

Si soy sincera conmigo misma, este año no he recibido tanto machaque, tanta publicidad y tanto porculeo, o al menos esa es la sensación que he tenido, y eso que hay algunas empresas que se han esforzado de lo lindo en bombardear mi correo electrónico. Al final acabas poniéndolos a todos en el buzón de spam, y eso libera que da gusto.

Pero no vengo a hablar de publicidad (que en realidad es la gran culpable de todo esto), vengo a hablar sobre todo de la hipocresía de la gente. 

De verdad que creo que hoy, de repente, miles de personas han perdido el teléfono de su madre. Sí, sí, ya sé que no podemos visitarlas, aún no, pero esa cosa rectangular que llevamos siempre en la mano también sirve para hablar con las personas con las que no estamos y, entre ellas, con las personas a las que queremos. 

No llego a entender por qué la gente elige felicitar a su madre por las redes sociales. ¿Es para que todo el mundo vea lo buen/a hijo/a que eres? ¿De verdad somos tan egocentristas? Y no me vale que es para demostrar todo tu amor públicamente porque eso es bonito. A quien le importa es a tu madre, no al resto del mundo. 

Lo acepto, hoy vengo quejicosa. 

¿Qué más me dará a mi si Fulanito pone lo que quiera en su Facebook? Me... da igual, cada uno que haga lo que quiera con sus redes sociales.

Pero por si a alguien le interesa, esas inocentes publicaciones, una detrás de otra, pueden llegar a ser muy dolorosas para las mujeres que están luchando por ser madre con todas sus fuerzas. En especial aquellas generalizadas en que se felicita a todas las madres y en las que tú te sientes tan excluida... otra vez. 

Y no hay nada que deseemos más que ser madres, por tanto esa exclusión se siente como un fracaso, un tremendo, absoluto y dolorosísimo fracaso. Más todavía si has sufrido uno o más abortos y has perdido a tu hijo/a.

Siempre recordaré aquel post en que una infértil contaba que, después de haber tenido a su hija en brazos, ella ya imaginaba lo que se sentía mucho antes de ser madre. Por fin había alguien que expresaba lo que yo sentía, ese sentimiento tan brutalmente enorme de amor por alguien que ni siquiera existe. 

Y por eso, días como hoy, duelen más. Porque la sociedad no reconoce lo que sientes

Pero tampoco es un día que nos guste celebrar, solo pedimos que se acuerden un poquito de nosotras y tengan un poco de consideración.

¿Cómo creéis que se sentiría un enfermo de cáncer si la gente celebrara el día de los que no tienen cáncer? ¡Pero si están luchando contra él con todas sus fuerzas! 

Ya sé que la comparación de la infertilidad con el cáncer siempre viene grande, lo sé, y reconozco que no es comparable, pero aún así, está demostrado que la mayoría de los infértiles tenemos sentimientos muy similares a los de la gente con cáncer, y sin embargo, se nos "ningunea" o le quitan importancia a nuestro dolor.

Llamad a vuestras madres y felicitadlas, pero no es necesario que lo hagáis públicamente ni que felicitéis a todas las madres del mundo. 

Y para acabar, he de reconocer que no todo lo que trae este día son penas, pues así nació precisamente la I Quedada Nacional de Infértiles, con un post sobre lo mismo, en este mismo blog, en un día como este.

Un abrazo enorme para todas las que estáis luchando por ser madres. ¡Ánimo!

lunes, 23 de marzo de 2020

Días duros

Me encanta tener tiempo para mí, poder dedicarme a una tarde de spa casero en mi propio baño para mimarme, organizar mi horario de trabajo, limpieza y tiempo libre a mi antojo, madrugar o dormir hasta tarde si me apetece, disfrutar del silencio de mi casa, tirarme horas en el sofá leyendo o viendo una serie nueva, buscar y preparar actividades nuevas para mis alumnos sin prisa, refugiarme con mi manta mientras fuera está lloviendo, o hacer esas cosas que nunca haces porque nunca es el momento.

Podríamos decir que soy afortunada por no tener que encargarme de mis hijos, porque el trabajo nunca se acaba, porque no se les puede quitar el ojo de encima, porque puedo descansar... 

Y sin embargo no siento que lo sea, porque estos días son duros para todos, y en mi día a día echo de menos las risas de los niños/as, su alegría, dar y recibir su cariño... 

No puedo evitar pensar y sentir que, si fuera madre, se me haría menos cuesta arriba todo, que tendría en casa la alegría de los niños/as, que me obligarían a sonreír más, y aunque me hicieran pelear, discutir, y estuviera agotada desde que me levanto hasta que me acuesto, estos días serían menos duros.

Pero como siempre, nos tenemos que conformar con lo que tenemos y sacar de ello las fuerzas para seguir adelante, con la ilusión de que algún día cambiarán las cosas, de que pronto podremos salir a la calle y reanudar nuestra lucha.

Tampoco puedo evitar pensar que debería dar gracias porque esta locura de guerra no me haya pillado en tratamiento o metida de lleno en la lucha, en la espera de resultados, en la espera de donante, en la espera de... Creo que no hay palabras de ánimo para todos aquellos que os encontréis así, solo nos queda poner un paréntesis a nuestras vidas y volver a esperar como tantas veces hemos hecho y seguiremos haciendo, si en algo somos expertas las infértiles es en esperar, y también en desesperar, la verdad sea dicha, pero les llevamos ventaja al resto, eso es innegable.

Hoy me he caído, he tropezado con mis temores, me he dejado llevar por todo ese miedo, incertidumbre, desconocimiento y soledad, y he decidido levantarme de nuevo para hacer frente a los retos que me ponga la vida, me gusten o no. Es hora de reinventarse.